Ha transcurrido más de seis meses desde que se inició el asalto israelí sobre la Franja de Gaza, luego del ataque del grupo Hamaz, que algunos repulsan, pero lo cierto es que el sionismo lleva 75 años de atropello con el pueblo palestino
Por Jorge Navarro Torres/Colaborador
Abril, 2024.- La política internacional vive momentos de gran tensión, varios conflictos diseminados por todo el mundo con un costo inimaginable de víctimas humanas inocentes ante la vista de toda la humanidad.
Barbarie que se comete contra al pueblo de Palestina, con más 33 mil fallecidos, de ellos cerca de la mitad son niños y adolescentes, que mueren bajo las bombas, las balas y del agresor, o a causa de la inanición por las medidas restrictivas impuestas por Israel.
No conforme con ello el gobierno sionista mantiene sus sistemáticos ataques a otros pueblos árabes como Siria, lugar donde bombardearon hace pocos días la sede diplomática de la República Islámica de Irán en Damasco, con saldo de siete fallecido y decenas de heridos
Arropados por el gobierno de Estados Unidos de América, la administración del premier Benjamín Netanyahu se siente inmune ante la condena global sobre tan deplorable suceso que pone en riesgo la seguridad y la paz mundial, o lo que es lo mismo, los destinos de la humanidad.
Ha transcurrido más de seis meses desde que se inició el asalto israelí sobre la Franja de Gaza, luego del ataque del grupo Hamaz, que algunos repulsan, pero lo cierto es que el sionismo lleva 75 años de atropello con el pueblo palestino, negándoles el derecho a disponer de su propia tierra y, a pesar de las resoluciones aprobadas con ese propósito por la Organización de Naciones Unidas (ONU), las cuales cuentan con el respaldo de la mayor parte de las naciones del planeta, que se oponen al genocidio que llevan a cabo los sionistas.
Ante la hipocresía de los Estados Unidos, el Reino Unido y otros acólitos que pretenden mantener ese horror, la solidaridad y acompañamiento de todo hombre y mujer honesto debe estar con los palestinos, quienes sufren el odio de un fascismo vestido con piel de cordero.