El recuerdo sonoro de un día histórico (+ Fotos)

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La astucia de un radialista camagüeyano permitió burlar la persecución de la dictadura batistiana, hace 66 años, para que el pueblo oyera el llamamiento a la Huelga General del 9 de abril de 1958
El recuerdo sonoro de un día histórico
Fotos: de la autora y cortesía de la entrevistada

Por Yahily Hernández Porto/Colaboradora

Camagüey, Cuba, 9 abr.- Rosa Bárbara Bueno Nazco tenía diez años y aún recuerda cómo aquel 9 de abril de 1974 estaba, junto a sus amiguitos del aula, en el patio de la que entonces era su escuela (actual primaria Carlos Manuel de Céspedes, sita en calle Lugareño, esquina San Clemente, en esta ciudad legendaria), cuando vio a su querido papá, José Manuel Bueno Díaz de Arce, conocido por muchos como Pepín, -fallecido a sus 90 años, el 21 de noviembre de 2017-, entrar al colegio y compartir una historia que la haría amarlo mucho más.

«Los aplausos que recibió al contar los hechos de la Huelga del 9 de abril de 1958 en Camagüey, me estremecieron», recodó emocionada Rosa Bárbara, a sus 60 años.

Esta camagüeyana aseguró que su progenitor se enroló en la organización clandestina de aquella rebelión popular de la que aún conserva en la gaveta sagrada de su cuarto la grabación original del llamamiento a la huelga.

José Manuel Bueno Díaz de Arce, desde muy joven se dedicó a conocer los secretos y mañas de la radio
José Manuel Bueno Díaz de Arce, desde muy joven se dedicó a conocer los secretos y mañas de la radio

El hombre que burló a los batistianos

Pepín nació el 19 de marzo de 1928 en un hogar muy humilde de la ciudad de Cárdenas, en Matanzas. Siempre fue un muchacho inquieto y sus pininos en la radio los realizó siendo un niño, un autodidacta, de 13 años de edad.

Rosa comentó que cuando su papá vio a su hermano Arthuro operar en 1946 una de esas grandes grabadoras en Villa Clara -ciudad hacia donde la familia se había dirigido desde su natal Matanzas buscando mejoras económicas, y luego hacia Camagüey-, el mundo del sonido lo atrapó para nunca más separarse de él.

«Con 18 años comenzó de ayudante en la antigua CMJW, de la Avenida de los Mártires, después fue operador de audio en Unión Radio y el 20 de marzo de 1949 integró el grupo de fundadores de la emisora Suaritos Radio Camagüey, la que luego sería Radio Camagüey», esbozó Rosa, quien no olvida la larga trayectoria profesional y revolucionaria de su entrañable padre.

«Papá nunca dejó de estudiar, por eso matriculó el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza Álvaro Morell Álvarez, del Casino Campestre, donde conoció a los líderes estudiantiles Jesús Suárez Gayol y Cándido González Morales. Luego se incorporó al Movimiento 26 de Julio, del que recibió una encomienda, que lo convirtió en el hombre que burló a los esbirros de Batista porque logró trasmitir la arenga de la Huelga del 9 de abril con un policía sentado a su lado, en la cabina de Radio Camagüey».

Sin tiempo para pensar

La dirección del Movimiento 26 de Julio en Camagüey en la mañana del 9 de abril de 1958, y a solo 30 minutos de darse a conocer en todo el país el llamamiento a la huelga general, contactó con José Manuel Bueno, para informarle en qué consistía aquella acción.

A la edad de 90 años en la grabadora de su casa siempre recordó la arenga de la Huelga General del 9 abril, de 1958
A la edad de 90 años en la grabadora de su casa siempre recordó la arenga de la Huelga General del 9 abril, de 1958

«Él hasta ese momento -aseguró Rosa Bárbara- solo conocía que la operación era de vida o muerte, pero sin importar cuán peligrosa fuera la asumió con firmeza.

Papi nos contó, en más de una ocasión, que 30 minutos fueron suficientes para idear un plan efectivo, que tuvo como garantía su amplio conocimiento sobre las mañas, secretos y técnicas del medio, lo cual le permitió sobrevivir a ese día de tanto riesgo y hombrada cubana», comentó Rosita, psicometrista de profesión.

Narró, además, que «engañar al sicario sin tocarle un pelo de su cabeza lo ponía más nervioso que jugarse el pellejo, junto a su hermano de causa, Laureano Céspedes, quien era el locutor de esa emisora».

Significó que Laureano, su compañero de lucha, llegó a sugerirle a papi: «Tendremos que darle un puñetazo a este hombre». Pero mi viejo le respondió bien bajito al oído: «tranquilo Céspedes, que ya tengo clarito lo que vamos a hacer».

Radio Camagüey, tal cual las emisoras del país, estaban muy vigiladas: «Era costumbre tener dos policías parapetados con sus escopetas largas en el lobby, pero ese día un nuevo oficial armado hasta los ʹdientesʹ se sentó en la cabina justo al lado de mi viejo.

Papá nunca olvidó aquel rostro de asesino. Siempre aseguró: Yo pensé que ese malnacido sospechaba de mí, pero tampoco di qué pensar. Eso sí, me mantuve en alerta, porque yo no iba a permitir que se me adelantara y me cogiera por sorpresa».

Un robo en cortocircuito

Pepín en menos de lo que canta un gallo y con total naturalidad entró a la oficina de la dirección de Radio Camagüey, tomó prestado un tocadiscos y a la vista del policía conectó el aparato en circuito cerrado para aislar la emisora de la señal que se transmitía al aire.

«Laureano contó varias veces que papá con una agilidad tremenda hizo todo eso como si fuera parte del ajetreo cotidiano para mantener la programación. Lo cierto es que logró transmitir música dentro de la cabina, mientras que en el exterior salía otra cosa.

«En el tocadiscos puso un disco de Sarita Montiel que tenía grabado la canción Nena, que duraba exactamente cuatro minutos con cinco segundos, el tiempo suficiente para que, en lo que el policía escuchaba el cuplé, que, además fue anunciado por el locutor Laureano, saliera al aire el llamado a la huelga general.

Pepín Bueno y la Huelga del 9 de abril de 1958

Inmediatamente de haberse anunciado el cuplé Laureano escapó a través de una oficina que tenía salida a la calle, mientras papi permaneció unos 20 o 30 segundos más en la cabina para no levantar sospechas, hasta que le dijo al esbirro que iba al baño, al tiempo que cerró la puerta por dentro con un pestillo para que este no pudiera seguirlo. Mi viejo se fue por una puerta trasera hacia la calle donde se encontró con su amigo Laureano.

Gracias a la ayuda de vecinos cercanos a Radio Camagüey, quienes sabían lo que ellos habían hecho, pudieron permanecer con vida esos primeros instantes, porque después la cosa se puso fea», aseveró Rosa Bárbara.

La fuga

La arenga de la Huelga del 9 de abril decía: “¡Atención, cubanos! ¡Atención, cubanos! Es el 26 de Julio llamando a la Huelga General Revolucionaria. Hoy es el día de la libertad, el día de la Huelga General Revolucionaria. ¡Adelante, cubanos! Desde este momento comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la dictadura. Obreros, estudiantes, profesionales, patronos a la Huelga General desde este momento… Cien años de luchas culminan ya en victorias. A la calle, pueblo de Cuba, a conquistar la libertad».

El viejo Pepín, se estremecía al contar como ocurrieron los hechos. Él visitaba cada aniversario el lugar donde se encontraba la emisora Radio Camagüey
El viejo Pepín, se estremecía al contar como ocurrieron los hechos. Él visitaba cada aniversario el lugar donde se encontraba la emisora Radio Camagüey

Esas eran las frases que José Manuel y Laureano Céspedes escuchaban repetidamente mientras se alejaban de la emisora, que enseguida fue invadida por los oficiales del tirano Fulgencio Batista.

Y mientras Pepín se alejaba de Radio Camagüey miró un instante hacia atrás y vio la perseguidora llegar y los policías entrar como perros hacia la emisora. «Después se supo que los esbirros acabaron con Radio Camagüey y el tocadiscos quedó hecho añicos. Lo cierto es que por muchos esfuerzos que hicieron los batistianos la arenga se pudo escuchar durante varios minutos, porque ellos nunca se percataron de la trampa que le jugó mi atrevido padre».

El susto y el temor les rondaban en su huida, al tiempo que ambos, tanto José Manuel como Laureano, se decían: «lo logramos, carajo», afirmó Rosita, quien no olvida cómo esa fue la mayor satisfacción de los dos jóvenes.

«Laureano y mi viejo -evocó Rosa Bárbara- decidieron alejarse lo más que pudieron del lugar a través de los patios de las casas cercanas y luego separarse para no levantar sospechas. Papi cogió rumbo al reparto Saratoga, porque a su casa, en la calle San José, no podía ir ni muerto. Y tenía razón. A pocos minutos del suceso le registraron su hogar».

Pepín marchó luego hacia la casa de su novia Aida. «Mami inmediatamente contactó a Mario, mi tío, que lo llevó oculto hasta la casa número 284, en la calle Dolores Betancourt, en el reparto La Caridad, donde permaneció varios días. Pero los constantes registros del lugar hicieron que se trasladara hasta la calle Enrique Miranda, número 158, al fondo de la Fábrica de Fósforo, donde para sobrevivir tuvo que esconderse durante días en un tinajón, y por último su hermano Alberto se lo llevó en secreto para Santa Clara y luego hasta Varadero, donde permaneció en el clandestinaje, al igual que su compañero Laureano, a quien volvió a ver solo después del triunfo de la Revolución».

Camagüey, como toda Cuba, vivió momentos de mucha rebeldía y de arraigo popular por una Revolución que tocaba las puertas. La causa de los hechos de la Huelga del 9 de abril en esta ciudad pasó a la historia como el número 258 y se abrió en los tribunales del Gobierno de entonces a los 15 días del mes de abril de 1958.

La hija de Pepín, Rosa Bárbara Bueno Nazco, junto a su hija Ivette de la Caridad Tobella Bueno, guardan con mucho cuidado el tesoro más apreciado de la familia, la grabación de la arenga de la huelga general del 9 de abril de 1958
La hija de Pepín, Rosa Bárbara Bueno Nazco, junto a su hija Ivette de la Caridad Tobella Bueno, guardan con mucho cuidado el tesoro más apreciado de la familia, la grabación de la arenga de la huelga general del 9 de abril de 1958