Quién saca al punto del coma

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«La Terraza Campesina da la posibilidad de ser útiles y de saber que estamos aquí, que luchamos, que hay personas que tienen la capacidad y la sensibilidad para ayudar a mantener vivo el legado de la poesía popular”
Fotos: José Cortiñas Friman

Por Diosmel Galano Oliver/Radio Camagüey

Camagüey, Cuba, 15 mar.- Cuando de tradiciones hablamos en la comarca principeña hay mucho para relatar, la culinaria más autóctona, los jolgorios o el lenguaje distinguieron durante décadas a la región, aunque no todos lograron sobrevivir y atemperarse a los tiempos actuales.

La Terraza Campesina es el espacio que en las últimas cuatro ediciones de la Feria del Libro en la Ciudad de los Tinajones busca mantener viva la parte más folklórica de la espiritualidad antillana, escenario en el que confluyen repentistas y escritores para bien de la cultura.

Para Nelson Lima es “un honor que exista una peña de ese tipo en la fiesta de la literatura, como repentista necesitamos leer para nutrirnos, y es justo agradecer al Centro Provincial del Libro lo que hace por la décima, el compromiso de la institución para llevar la cultura del país a los públicos”.

Pero el querido Lima no está satisfecho con los espacios que hoy existen y añora las peñas que había en los años ochenta del pasado siglo XX auspiciados por el Sectorial Municipal de Cultura, “sabemos que coexisten varios impedimentos pero no podemos olvidar las raíces, no se trata de rescatar sino de aprovechar los valores que hay y así levantar guateques en diferentes demarcaciones”.

Propósito al que debe ayudar la Casa de la Décima, cuando finalmente el local reúna las condiciones.

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La casa que abraza

El escritor Alejandro González Bermúdez es el especialista principal del centro y a quien se debe agradecer parte de lo que existe en materia de defensa de las tradiciones campesinas. “El objetivo más importante de La Terraza es la promoción del género, su rescate, porque Camagüey se puede quedar sin repentistas y no es una exageración afirmar que la práctica de la décima oral está en crisis.

El punto cubano agoniza en muchas partes, falta apoyo, respeto y consideración; a veces se olvida que el punto cubano fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, condición que se pierde sino se renueva o potencian ideas para defenderlo”, precisó junto al agradecimiento a quienes cada año enaltecen con sus presentaciones al espacio durante los días de la feria y en el resto del calendario.

Mejor suerte tiene la expresión escrita, la joven escritora Rosabel González Pi la define como un lugar de confianza para quienes inician en el mundo de las letras. “La décima nos atrapa a todos porque justamente el hispanoparlante está habituado a hablar en octosílabos –dice–, muchas frases del lenguaje coloquial son así y resulta entonces fácil construir desde allí; es un género que abre muchos campos, contribuye a la promoción, hoy en los concursos literarios se convoca bastante por lo que de alguna manera siempre debes llegar hasta ella”.

La integrante del proyecto Última hoja resaltó la unión en la urbe entre los escritores decimistas y los poetas repentistas, y la concepción de las fiestas campesinas desde esta simbiosis musical y literaria.

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Acordes de alerta

Por estas fechas vuelve a visitar la tierra de Pompillo el poeta de la mochila, Emiliano Sardiña considera importante que se mantengan y multipliquen iniciativas como La Terraza Campesina, “primero es bueno porque estamos en una etapa de supervivencia desde muchos puntos de referencia de la vida misma, de lo que representamos como expresión oral, en el sentido del arte y para la subsistencia en lo personal y lo colectivo.

Sabemos cuánto cuesta ahora organizar un evento, incluso los espacios habituales desaparecen, por eso contar con La Terraza da la posibilidad de ser útiles y de saber que estamos aquí, que luchamos, que hay personas que tienen la capacidad y la sensibilidad para ayudar a mantener vivo el legado de la poesía popular”.

Para Emiliano la continuidad es un tema medular que ocupa en el presente a varios cubanos “para incentivar en la juventud el gusto hacia la improvisación, hacia la décima en general, hacia la parte folklórica de la música que forma el conjunto de cosas que nos identifican y nos dan una perspectiva dentro del panorama cultural de la nación.

Es bueno ver que en algunos lugares se involucra la AHS, que en otros hay talleres, que aún tenemos entusiastas colaboradores, pero es preciso implicar a las autoridades y organismos que representan la Revolución y la Cultura, que lo hagan de verdad, no solo en el discurso y la apariencia, porque sino los muchachos no ven una continuidad y se desaniman, lo perdemos”.

Con esos acordes transcurren las tardes de la Feria del Libro en el Casino Campestre, el escenario cercano a lo rural eleva las propuestas de quienes se colocan el sombrero para improvisar, recitar o cantar; devenidos también en doctores del alma, determinados a sacar del coma al punto cubano.

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