Femicidio: el final de una violencia agravada

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Fotos: Internet

Febrero, 2023.- Han transcurrido 50 días desde que inició el 2023 y las redes sociales están plagadas de noticias como: “Encuentran cuerpo de joven desaparecida en Cienfuegos”, “Hombre de 50 años le quita la vida a su expareja de 17 años”, “Sigue desparecida joven en La Habana”. El índice de violencia hacia la mujer está aumentando y esto ha creado inseguridad en la población. Muchos catalogan los hechos como feminicidios.

¿En Cuba no existían estos sucesos? o ¿Cuba es más violenta ahora? A pesar de lo que muchos piensan estos lamentables hechos siempre han ocurrido, en mayor o menor medida, solo que no había acceso a las redes sociales y la magnitud de estos casos no trascendía más allá de lo local.

La violencia hacia la mujer es uno de los sucesos con mayor número de víctimas a nivel internacional. El final de un ciclo de agresiones hacia las féminas se le denomina femicidio y en algunos casos feminicidio. Es cierto que el primero no figura en la Real Academia Española, sin embargo, la esencia y enfoque es diferente a lo que se conoce como feminicidio.

Este último es el término que se emplea para definir un acto de máxima gravedad, en un contexto de discriminación y violencia de género. Es acompañado por un conjunto de acciones de extrema violencia y contenido deshumanizante, como torturas, mutilaciones, quemaduras, ensañamiento y violencia sexual contra las mujeres y niñas. Muchos la conceptualizan como el homicidio por el simple hecho de ser mujer.

Por otro lado, el femicidio es un término homólogo al homicidio, es la muerte misógina de mujeres. En las víctimas se encuentran signos de un ensañamiento sexual. La intención del agresor es producir la muerte. Es una de las formas extremas de violencia y cometido por un hombre que considera de su propiedad a la mujer.

En un artículo publicado por Cubadebate en mayo del 2021 se expresa que, en 2019, el informe nacional cubano de cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reportó una tasa de femicidios de 0.99 por cada 100 mil mujeres de 15 años o más durante el año 2016.

El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe afirma: “En 2021, once países de América Latina registraron una tasa igual o superior a una víctima de femicidio o feminicidio por cada 100 mil mujeres (Argentina, Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay).

El femicidio es un problema que no reconoce fronteras entre países y territorios.

Cómo reconocer a un femicida

El agresor no nace, se hace. Como advierten los especialistas no existen características biológicas que determinen, desde el nacimiento, que un niño será en el futuro un adulto violento. Las causas casi siempre son por el entorno familiar en el que han convivido. El perfil de estas personas es determinado por una dependencia afectiva y emocionalmente son inestables, impacientes e impulsivos.

Existe un patrón de conducta social que permiten a las personas cercanas reaccionar a tiempo. Uno de ellos es el sutil control, muchas veces no tan sutil, del hombre hacia su pareja. Algunas los confunden con una mera preocupación excesiva por su forma de vestir, las salidas, las amistades y el trabajo. Luego se halla la ridiculización en público o privado de las características física o intelectuales de ella; el menosprecio e incluso la separación poco a poco de los familiares y amigos.

El objetivo de este tipo de personas es que la mujer vaya perdiendo poco a poco su autoestima, su autonomía e incluso su capacidad de reacción o defensa ante esta situación. En la generación actual se le conoce como relaciones tóxicas. Los celos, la posesividad, impulsividad y el consumo de alcohol o drogas se convierten en atenuantes de un femicidio. 

La otra cara de la moneda: las víctimas

Muchas de las mujeres que se ven inmersas en relaciones así tienen miedo de salir de ellas. Normalizan los patrones que les impone la pareja con “él solo lo hace porque me ama”, y no, no son conductas regulares, no está bien normalizar estos actos.

Desde el lado opuesto también se perciben signos de que la mujer está siendo víctima de violencia, son silenciosos, pero sirven de llamado de atención para sus familiares y amigos. La baja autoestima, la lejanía de su círculo social, el retraimiento, o simplemente ligeros cambios en la personalidad de la fémina.

Para ustedes, mujeres, fortalezcan su autoestima realizando las actividades que les gusten, no permitan que las lastimen con ofensas o humillaciones, ni verbales, ni físicas, ni económicas, manténgase alertas ante cualquier tipo de abuso, no se aíslen, busquen apoyo en su familia y amigos, no se enfoquen sólo en una actividad o persona, traten de mantener intereses variados y nuevas experiencias de vida.

Las personas que abusan muy pocas veces cambian, el agresor no reconoce que hay un problema y por lo tanto no existe el deseo del cambio, a menos, que busque genuinamente ayuda profesional.

La violencia de género es real, y con los años van aumentado el número de víctimas en Cuba y el mundo. Existen organizaciones que brindan apoyo a las víctimas. Y quizás Cuba necesita una ley más abarcadora para estos hechos.

(Radio Cadena Agramonte)

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