Por Diosmel Galano Oliver/Radio Camagüey
Enero, 2023.- Por estos días la belleza del orbe se reúne en el Centro de Convenciones Ernest N. Morial en Nueva Orleans, Estados Unidos; donde 84 jóvenes de diferentes naciones y territorios buscarán coronarse en la 71 edición del concurso Miss Universo.
Cambios en los propietarios del certamen y la realización en el mes de diciembre de la Copa de Fútbol de Qatar llevaron a mover el evento para el próximo 14 de enero, fecha en la que se conocerá a la sucesora de la india Harnaaz Sandhu.
Las dietas, los mejores diseños y colores para vestir a cada candidata, los proyectos humanitarios, las horas de ejercicio, las cirugías y más formaron parte del entretenimiento; entonces iniciará una nueva carrera, costosa, además, para volver a producir esos patrones que el patriarcado pone a la mujer para luego regodearse en su contemplación.
A muchos sorprende que con los avances de los movimientos feministas en el mundo existan aún eventos en el que se cosifica a la mujer, como remanentes de esa época en que ni voz ni voto tocaba a la mitad de la población por la sencilla razón de haber nacido mujer.
EL PATRIARCADO NOS VISTE DE GALA
Fue en Estados Unidos donde los empresarios descubrieron lo lucrativo de los certámenes de belleza ajustados a los patrones del patriarcado: «las concursantes no pueden estar casadas o embarazadas, ni haber tenido un matrimonio anulado, ni haber dado a luz o haber criado a un niño. A las ganadoras se les exige, además, permanecer solteras a lo largo de su reinado», se lee en la web oficial de Miss Universo.
Según la escritora dominicana Raquel Rosario Sánchez, en el sitio Tribuna Feminsta:
«A ambos sexos, los certámenes de belleza les vende la ilusión de que el extenuante y poco valorado trabajo de acabar con la violencia contra la mujer, la realidad de los abortos clandestinos, la cara femenina de la pobreza, la disparidad salarial y la falta de representación política de las mujeres, son problemas postergables».
Bajo el título Reinados de Belleza y nacionalización de las sociedades latinoamericanas la académica colombiana Ingrid Bolívar describe cómo a través de detalladas referencias a la belleza de las candidatas se genera un proceso político donde…
“se da la escenificación del dominio de un grupo y clase social sobre el resto, así como su naturalización a través del uso de los rasgos físicos como constatación de una pretendida valía moral innata: para ser princesa hay que parecerlo. Con ello se empiezan a construir estereotipos de belleza”.
A esto suma la validación que hacen de los rasgos propios de una mujer y de su espacio doméstico por excelencia, junto al hombre para servirle y atender a la familia.
Tal vez por esos patrones publicitarios con muchos años de incidencia en las mentes de millones no es ninguna sorpresa que las muchachas quieran concursar.
“En una sociedad patriarcal, en donde desde que nacen a las niñas se les enseña que la estética es mucho más importante que lo que tienen dentro de la cabeza, a las mujeres que más asimilan los preceptos del patriarcado les dan un premio, en algunos casos, una corona”, dice Sánchez.
Cientos de voces se han pronunciado en todo el mundo en contra de la realización de los reinados de belleza que alimentan ese machismo a rajatabla, que termina por imponer violencia, miedo, limita, encarcela y amenaza la vida de las mujeres, especialmente en la región latinoamericana con el aumento de los feminicidios.
CUBA Y LOS CONCURSOS DE BELLEZA
Desde el siglo XIX los cubanos mostraron el empeño de encontrar la más bella de la nación. En una fecha tan lejana como 1894 el periódico artístico y literario El Fígaro organizaba un concurso con tal fin, acción que reeditaría en 1900 bajo la pregunta: “¿Cuál es la señorita más bella de Cuba?”, estrategia comercial que generó muchos dividendos al aumentar la circulación del rotativo.
Luego llegarían las Reinas del Carnaval, festejo que en La Habana y otras ciudades del país llegó hasta después del triunfo de la Revolución cuando se pasó a la elección de la Estrella y Luceros de esos festejos, proceso en el que intervenían representantes de las organizaciones de masas y de los diferentes sindicatos.
Las mises de Cuba
- 1954 – Isis Margarita Finlay y García
- 1955 – Gilda Marín
- 1956 – Marcia Rodríguez
- 1957 – María Rosa Gamio Fernández
- 1958 – Arminia Pérez González
- 1959 – Irma Buesa
- 1960 – Flora Lauten
Aunque el machismo forma parte de la idiosincrasia nacional las reproducciones de estereotipos de belleza quedaron anulados para promover una real integración y presencia de las mujeres en el proceso revolucionario, donde preocupa más la formación general de las personas que la talla o estatura.
En la actualidad los concursos para medir a las mujeres están presentes, sobre todo, en celebraciones del campesinado cubano; aunque la comunidad residente fuera de la Isla -principalmente en Estados Unidos- organiza certámenes o designa candidatas que representan a Cuba en los eventos internacionales llegando incluso a coronarse. (Nuestra Belleza Latina 2009 Greidis Gil, Miss Grand International 2014 Lees García, Miss Teen Universe 2018 Melany Cruz y Mister Supranacional 2022 Luis Daniel Gálvez)
¿LLEGÓ EL CAMBIO EN EL SIGLO XXI?
Los concursos de belleza también evolucionaron para aclimatarse a la contemporaneidad, los bikinis siguen bien cortos de tela y el momento en que los desfilan logran los mayores índices de audiencia, pero ahora las medidas supuestamente perfectas (60-90-60) fueron remplazadas por las profesiones de las muchachas, por sólo citar un ejemplo.
Algo que se puede ver en la soberana universal de 2019, la sudafricana Zozibini Tunzi, negra, delgada y con pelo corto, quien defendió en la gala en la que se coronó la igualdad de género y envió mensajes en contra del racismo y el machismo.
También la actual monarca de la belleza, la india Harnaaz Sandhu, luego de la victoria muestra un peso corporal por encima de los patrones establecidos a causa de una condición de salud, y aun así cuenta con el respaldo de la organización, que ante fenómenos de este tipo en años anteriores ponía a la Miss a realizar flexiones ante las cámaras.
Las realidades han cambiado y hoy no se busca ganar dinero mediante el patrocinio de marcas y productos, ahora se trata de mujeres empoderadas haciendo lo que quieren sin ningún tipo de violencia… dirán los defensores a ultranza de la industria de la belleza, que también capitaliza al sexo masculino.
En 2020, las alemanas decidieron unirse para cambiar la orientación de los reinados y, por eso, eligieron a Leonie Charlotte von Hase, de 35 años, empresaria, madre de un hijo y licenciada en literatura inglesa, como Miss Alemania 2020. También aceptaron en el certamen a mujeres casadas, madres de familia y ampliaron la edad de participación a los 39 años.
Sólo que su candidata no llegó a la concentración universal, según algunos por las restricciones sanitarias y otros porque no cumplía con los requisitos de Miss Universo, donde ya se aceptó la participación de mujeres trans como garantía de mantener consumiendo a los integrantes de la comunidad LGBTIQ+.
Lo cierto es que la elección de la alemana pone sobre el tapete, directa y abiertamente, la urgente abolición o transformación de los reinados de belleza en un mundo donde las mujeres luchan por sus derechos y por el respeto a su identidad.
No se trata de la supresión total, posturas radicales nunca han sido buenas cuando se trata de cambiar para bien, hace falta mucha educación en todo el orbe para concentrar los esfuerzos en problemáticas reales como la violencia machista, las desigualdades de género, etc.
Y a la que se corone el próximo 14 de enero toda la suerte del mundo desde esta centro-oriental ciudad cubana ahora que una mujer trans lleva las riendas del certamen.