Alzamiento en Santiago de Cuba: la epopeya del 30 de noviembre

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El alzamiento demostró las ansias que tenía el pueblo de derrocar a la dictadura de Batista; acabando con la mentira difundida por el gobierno de que había una situación de calma en el país
Alzamiento en Santiago de Cuba: la epopeya del 30 de noviembre
Fotos: Internet

Por Hilda Camila Recio Costilla/estudiante de Periodismo

Noviembre, 2023.- Un día como hoy, hace exactamente 67 años, la ciudad de Santiago de Cuba, siempre heroica, tuvo uno de esos amaneceres que enriquecen y alzan la historia de la mayor de las Antillas.

El 30 de noviembre de 1956 la Ciudad Héroe vibró con un alzamiento revolucionario que, dirigido por el intrépido Frank País y coordinado por el Jefe de la Revolución, Fidel Castro, fue concebido para que coincidiera con el arribo a las costas orientales de la expedición del yate Granma.

El año 1956 llegaba a su fin y también con su despedida se esfumaban las esperanzas del régimen del presidente Fulgencio Batista de pacificar el país, ante el incremento de las acciones revolucionarias contra su dictadura instaurada cuatro años antes con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

Se inició en las últimas semanas del año una ola de asesinatos en las ciudades y pueblos para terminar con la insurrección en el llano, pero los militares estuvieron lejos de predecir que el levantamiento ocurrido en Santiago de Cuba el 30 de noviembre, presuntamente derrotado, representaría el inicio de la cuenta regresiva de la tiranía.

Cuba recuerda levantamiento armado de 1956 en Santiago

Frank País desde mediados de noviembre precisó a los jefes del alzamiento en Santiago que las misiones serían cercar y atacar el cuartel Moncada, contra el cual se haría fuego con un mortero en manos de los revolucionarios y que esa sería la señal de iniciar el combate.

Además, atacarían las sedes de la Policía Nacional y Marítima, asaltarían una ferretería para ocupar armas y municiones.  También se concibió incorporar al grupo de los expedicionarios combatientes en las zonas cercanas al desembarco como Puerto Padre, Guantánamo, Bayamo y Manzanillo.

El propio Frank relataría, en apretada y modesta síntesis, lo ocurrido en Santiago de Cuba aquel memorable 30 de noviembre de 1956:

«La ciudad amaneció bajo un tiroteo general. Armas de todos los calibres vomitaban fuego y metralla. Alarmas y sirenazos de los bomberos, del cuartel Moncada, de la Marina. Ruido de aviones volando a baja altura. Incendios en toda la ciudad. El Ejército Revolucionario dominaba las calles y el ejército de Batista pretendiendo arrebatarle ese dominio. Los gritos de nuestros compañeros, secundados por el pueblo, y mil indescriptibles sucesos y emociones distintas. La población entera de Santiago, enardecida y aliada a los revolucionarios, cooperó unánimemente con nosotros. Cuidaba a los heridos, escondía a los hombres armados, guardaba las armas y los uniformes de los perseguidos; nos alentaba, nos prestaba las casas y vigilaba el lugar, avisándonos de los movimientos del ejército. Era hermoso el espectáculo de un pueblo cooperando con toda valentía en los momentos más difíciles de la lucha».

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La lucha se generalizó en la ciudad, aunque los encargados de disparar el mortero contra el cuartel Moncada fueron detenidos. Pero se combatió e incendió la Estación de Policía, se tomó su sede marítima y también se asaltó la armería donde ocuparon cartuchos de cacería y escopetas deportivas, todo como estaba previsto en el plan inicial. También se combatió en otras regiones orientales y en el resto del país se realizaron numerosas acciones principalmente de sabotaje.

A mediados de la mañana del 30 de noviembre la resistencia fue mermando en Santiago, por la caída de principales líderes como Pepito Tey, Otto Parellada y Tony Alomá frente a la gran cantidad de fuerzas del ejército y la policía de la región que fueron enviados a la ciudad, por lo que se da la orden de retirada.

Las fuerzas armadas de la dictadura proyectaron la mentira de la derrota de la insurrección, que en realidad resultó el inicio de la etapa final de la dictadura que caería dos años después bajo el empuje de las columnas guerrilleras, que se multiplicaron de aquellos primeros focos de guerrilleros y combatientes del llano.

El alzamiento demostró las ansias que tenía el pueblo de derrocar a la dictadura de Batista; acabando con la mentira difundida por el gobierno de que había una situación de calma en el país.