Por María del Carmen Pontón Guillemí/Colaboradora
Noviembre, 2022.- “Ningún pueblo se hace revolucionario por la fuerza -manifestó Fidel Castro Ruz-. Quienes siembran ideas no necesitan jamás reprimir al pueblo. Las armas, en manos de ese mismo pueblo, son para luchar contra los que desde el exterior intenten arrebatarle sus conquistas.
Una revolución solo puede ser hija de la cultura y las ideas”.
Con esta concepción el Comandante en Jefe siempre demostró que no puede vencerse a un pueblo unido, armado de ideas justas, poseedor de una gran conciencia política; por las ideas y los saberes sembrados a lo largo de décadas.
Fue esta la principal arma de la Revolución Cubana, y lo será siempre.
Con las esperanzas de vivir aprendimos de Fidel el valor de las creencias por las cuales luchamos y con la convicción de que los que vienen detrás serán capaces de llevarlas a cabo, aunque ha de ser mucho más difícil por los tiempos que se viven.
Es que hoy no existe un pueblo por salvar; hoy hay un mundo, hoy hay una humanidad por liberar y salvar, como convocaba el líder histórico.
Al preguntarle al Comandante en Jefe cuáles son las armas esenciales expresó: “las ideas, las conciencias (…) que sembrándolas y cultivándolas se harán invencibles”.
Y agregaba en otro momento:
“Somos un montón de países con intereses comunes, ansias de progreso y desarrollo; somos inmensa mayoría en casi todas las instituciones internacionales, y tengan la seguridad de que se avanza en la toma de conciencia sobre el destino que nos están reservando.
Hay que trabajar, persuadir, luchar y perseverar. Jamás desalentarse”.
Eso pedía a Cuba y al mundo el líder de la mayor de Las Antillas.
