Por Diosmel Galano Oliver/Radio Camagüey
Camagüey, Cuba, 3 dic.- Llegó el punto álgido de los festejos y la suite del ballet Cascanueces fue la pieza elegida para reverenciar 55 años de labor sistemática y productiva, de compromiso artístico y social, de fomento de la cultura y formación de generaciones.
En el Teatro Principal, de la cuarta villa cubana, se pactó la cita, las zapatillas, los vestuarios, la magia de la navidad y el público estuvo listo tras los aplausos y reconocimientos que precedieron el estreno. Liuba Corzo Ojeda, Lila Martínez de la Torre y Regina Balaguer Sánchez resultaron depositarias del estímulo y el agradecimiento de varias instituciones culturales del territorio.
Justo como dijera Kenny Ortigas Guerrero, presidente del Consejo Provincial de las Artes Escénicas, «era el homenaje a la dedicación, al esfuerzo y a los aportes a la vida estética de la región; momento para recordar a los fundadores y a quienes hoy hacen posible la continuidad dentro del Ballet de Camagüey».
Entonces sonaron las campanas, reinó el silencio y el telón dejó ver la propuesta, el mundo de la pequeña Clara, sus sueños comenzaban a danzar para los presentes.
Siempre se agradecen propuestas de esta índole, en las que se aprecia el ímpetu de la compañía para mantenerse vital más allá de los derroteros que siempre atentan contra el arte que sobrevive fuera de la capital.
Para Shirley Suárez y Harold Báez los aplausos fueron sentidos, ellos evidenciaron sobre las tablas del coliseo agramontino que la tradición danzaria pervive en Camagüey, que el futuro del ballet en esta tierra promete seguir más allá de otros 55 años.
Junto a ellos, bailarines, infantes del Centro de Promoción de la Danza Fernando Alonso, pupilos de la Academia Vicentina de la Torre completaron la magia del Cascanueces, pieza universal que volvió a la Ciudad de los Tinajones desde la visión coreográfica de Norbe Risco.
A las 5:00 de la tarde de este domingo será la segunda y última cita con el espectáculo, no deje de acompañar al Ballet de Camagüey y vestir con aplausos una historia de 55 años.