Por María del Carmen Pontón Guillemí/Colaboradora
Noviembre, 2022.- La presencia del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en cualquier deporte estimulaba a los atletas, incluso si alguien se estaba rindiendo en cuanto lo veía se multiplicaba, así era el magnetismo del líder cubano. Era impresionante, nadie podía ser indiferente.
El Comandante les daba ánimo a los deportistas solo con asistir a una competencia, nada más con pararse y que lo vieran el espíritu de los atletas subía. Sin dudas, si no llega a ser por la Revolución, Cuba jamás alcanzaría el desarrollo deportivo que exhibe y ese resultado se le debe a Fidel.
Así concebían los integrantes del movimiento deportivo los resultados de la nación.
“El deporte en nuestro país, o la política deportiva en nuestro país tiene dos objetivos: promover la práctica del deporte para todo el pueblo, y fundamentalmente los niños y los jóvenes. Más no solo los niños y los jóvenes necesitan el deporte, sino también los adultos y las personas de más edad. Y el deporte lo necesitan incluso los ancianos”.
Delicado en extremo, pendiente de los entrenamientos, de las despedidas antes de partir a una competencia y reunirse al regreso, independientemente del resultado. Ganaran o perdieran siempre los recibía, representaba algo muy grande que motivaba en la competencia.
Acostumbrado a ver juegos en los estadios repletos, aparentaba nervios de acero en los momentos de tensión. Con Fidel era otra cosa y ante la magia de su figura legendaria nadie podía ser indiferente; había que crecerse.
Común y repetitivo el criterio de numerosos atletas al expresar: “hablamos muchas veces y era tremenda impresión. Te acercabas a él y el cuerpo se estremecía. Sentía salgo que no era normal”.